¿Quien no ha tenido experiencias con agujas, inyecciones y vacunas?
Sin duda todo el mundo, pero a mí particularmente me tocó algo muy especial y hasta puedo decir que traumatizante.
¿Que me pasó?
A la edad de 8 años necesitaba una prueba de sangre y acudimos presusoras junto a mi madre a un pequeño local en donde aplicaban inyecciones y hacían todo tipo de pruebas de sangre.
Una vez dentro una Sra. bastante gordita me hizo pasar a una pequeña habitación y después de sentarme en una silla descubrió mi brazo, lo miró y me pidió que cerrará mi mano en un pequeño puño.
Acto seguido le pasó un pedazo de algodón con alcohol y procedió a inocular aquella ponzoñosa aguja.
Luego de unos segundos sacó la aguja y la volvió a introducir, yo, sentía no solo el dolor sino también el movimiento de la aguja en mi brazito.
Aquella mujer volvió a extraer aquella aguja y cogió mi otro brazo (el izquierdo) e hizo exactamente lo mismo que con el derecho, al final de ejecutar la misma acción en ambos brazos conté en total 13 agujereadas en el brazo derecho y 11 en el izquierdo y yo toda temblorosa y sin poder moverme sentí mi rostro empapado de lágrimas no solo por la infinidad de piquetes sino por la brusquedad de aquella mujer.
En conclusión, había extraído un buen contenido de mi sangre en un tubo y mi brazos estaban cubiertos con algodón por lo que mi madre no podía saber porque lloraba.
De camino le expliqué a mi mamá lo ocurrido pero creyó que yo exageraba y solo le dije que si aguanté tanto aquel momento fué porque aquella mujer no encontraba mi fina vena.
Al llegar a una bodega me compró una barra de chocolate sublime y por arte de magia se me olvidó la aguja, el piquete, la gorda, la sangre extraída en aquel tubo y el llanto.
La pregunta pendiente en todo caso sería:
¿A qué viene está experiencia?
Pues, porque apartir de la próxima semana ya me toca la vacuna y espero que también me regalen "mínimo" un chocolate.
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