Me encantan las anécdotas y sí, confieso que cuando tengo una la aprovecho.
Venía de San Isidro con rumbo a Santiago de Surco y llegamos exactamente a éste punto en Miraflores, la cdra. 1 de la Av. Benavides.
De pronto la coaster se detuvo y no arrancaba, simplemente mismo burro terco se plantó y no se movía.
Recuerdo bien que iba sentada al lado del chofer y a mi lado había otro pasajero y le lancé una mirada de enfado al chófer pues no me parecía justo lo que estaba ocurriendo en ese instante.
Yo tenía planes de llegar a casa, bañarme cambiarme y salir, pero ocurrió aquello y me estaba dando cólera.
-¡Oye!-el chófer se dirigió a su compañero y le dijo además:
-¡Dile a la gente que hasta aquí llegamos!
El hombre era gordo, bueno al menos eso parecía, su barriga mismo tonel se movía cuando hablaba, su camisa estaba abierta y su bividi no estaba muy limpio que digamos.
Bueno, yo no estaba mejor pues para ser las 6:00 pm estaba sudorosa y vestía un polo blanco que parecía gris y un pantalón de jean.
Me olvidaba, tenía una gorrita gris que la empresa me dió para hacer propaganda a la empresa courier a la que representaba.
Ya dije que estaba molesta y estaba a punto que se me saliera el indio pero tenía que tener autocontrol y entonces le pregunté al chofer:
-Yo me imagino que algo podemos hacer para que esto se mueva ¿No? ¿Porque no me va a decir que se piensa quedar aquí atravesado?
(A mí me sorprende cómo puedo mandonear a un perfecto extraño y creo que a veces eso mismo le asusta a algunos conocidos y la verdad no me importa)
Para ese momento los claxons y gritos de otros choferes y contadores se oían detrás por no dejar pasar a otros buses.
-¿Y bien? ¿Hay algo que podamos hacer?- le dije
-Si empujamos creo que podríamos salir de aquí pero con toda esa gente bien vestidita allá atrás yo lo dudo.-
Me levanté, dí media vuelta en toda aquella facha simple y me dirigí a todas las señoritas con falda y jóvenes con saco y corbata que me imagino regresaban súper tiza a sus hogares al igual que yo y les dije:
-¿Que esperamos entonces? ¡Vamos a empujar todo esto para salir de aquí!
(Me encanta ser así y lo confieso, no habrá nada que me cambie, mi voluntad, mis ganas de hacer las cosas y sin querer llamar la atención, pero así y todo me quiero y la verdad no quiero ser alguien del montón, pues no lo soporto)
Bajé de la coaster y una chica sonriente me dice:
-¡Que bien, así podremos salir de aquí!-
El cobrador me miraba sorprendido por mi actitud y los planchaditos tuvieron que bajar porque no eran capaces de ayudar ya que si lo hacían se arrugarian y de paso se mancharian.
Una vez atrás todos esos fierros pesaban y solo éramos 3 con la chica, pero otros cobradores de otras líneas se sumaron a la labor y éramos como 6 y lo logramos, la coaster arrancó y los planchaditos subieron primero, la chica, el cobrador y el chófer me agradecieron, el resto había perdido la lengua, pero me quedo con el pecho erguido por lo que logré aunque fué algo simple pero para mí fué muchísimo, entonces el chófer mientras conducía me miró de reojo y me dijo sonriente:
-¡Vales un Perú!
Dentro de mí me gritaba triunfante: ¡LO SÉ!
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