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Velocidad y Pasión

Actualizado: 15 mar 2021


Este es un conjunto de experiencias que quise contar hace mucho tiempo pero me sentí limitada a hacerlo en mi antigua red social, incluso lamenté tener cierto tipo de "amigos" que sólo se limitaban a criticar e intentar hacerme sentir mal, de ahí que incluso hubieran ciertos comentarios que llegaban a mis mensajes internos y por eso mismo no quise exponerlos y más adelante eliminé la misma, incluso en Instagram solo tengo 7 amigas, al resto no los conozco pero decidieron por si mismos estar allí.

Por aquí es mucho más fácil escribir porque quien quiera leer esto no está obligado a hacerlo.

Como bien mencioné, mi pasión por las motocicletas viene desde muy joven, a lo mejor quizás por tantas películas en donde la adrenalina, la emoción y hasta el romance se hacían presentes al estar encima de una.

La primera oportunidad que tuve de disfrutar en viajar en una moto fué a los 15 años, yo jugaba con mis amigos fuera y de lejos oí la voz de un amigo, se llamaba Walter, él para ese tiempo tenía 19 y le gustaba muchísimo cosa que yo ya me había dado cuenta.

Corrí hacia él muy emocionada viendo la parte baja de aquel hermoso aparato.

Mis amigos que se encontraban alrededor de la moto miraban extasiados la belleza que tenían enfrente.

-¡Patty sube, vamos a dar una vuelta!-

Yo estaba un poco nerviosa porque nunca había subido a una y al intentar subir oí una voz.

-¡Patty, ven acá!- era mi mamá furiosa.

Mordiendome el labio inferior me acerqué y creí que mi mamá me gritaría aún más.

-¡Vamos a la casa!- me dijo y una vez dentro de la misma me comenzó a explicar que nunca se me ocurriera subir a una moto pues la pasaría muy mal.

Y prácticamente me prohibió que hiciese amistad con Walter pues ya se había dado cuenta de sus intenciones.

Yo no le prometí nada pero se quedaron grabadas en mi mente el peligro que podría sufrir de subir a una moto.

Una vez adulta y con la libertad de tomar mis propias decisiones trabajé en una Courier pero no le estaba yendo muy bien a la misma por lo que empecé a pensar en trabajar en otra en la cual hubiese al menos un sueldo decente.

Una vez en Miraflores, exactamente en la Av. La paz caminaba presusora y al cruzar una pista pequeña sentí que una motocicleta se me venía encima, un poco molesta pues el calor me sofocaba demasiado retrocedí cediéndole el paso.

El motorizado quien en ese instante contaba con casco no se movió y por lo que pude notar solo me observaba, yo fruncí el ceño por su indecisión y decidí cruzar porque a la persona en cuestión creo que le estaba haciendo gracia que le diera pase.

Solo di 2 pasos y la moto se me venía encima otra vez por lo que harta por la broma de quien estuviese detrás de aquel casco le dije:

-¿Va a pasar? o ¿me piensa atropellar?-

Oí una voz de dentro del casco pero no entendía nada y fruncí más el ceño furiosa porque no me gustaba mucho la broma.

Acto seguido cogió el casco con ambas manos y se lo extrajo por lo que al fin pude ver su rostro.

-¡¿Sandro?!- dije toda asombrada

-Hola Patty, te ví de lejos y me dije: ¡Voy a ver si la alcanzo! ¿Cómo estás?-

-Pues como verás estoy trabajando, toda sudorosa y además estoy apurada.

-Mira ahorita estoy trabajando en otro lugar pero creo que te interesará mucho formar parte de mi equipo ¿Que dices? ¡Sé que te convendrá!

Además ya hemos trabajado juntos y sé lo responsable que eres, mira te dejo esta tarjeta y mañana llamas en la tarde cosa que así me das tiempo de hablar con 2 personas más quienes al igual que yo deciden quienes trabajarán con nosotros.

Te puedo adelantar que en esta empresa tendrás todo los beneficios de ley y hay buena paga- concluyó al fin.

-¡Mira, me voy a olvidar de que casi me atropellas, pero está bien, mañana llamo cosa que así también me das tiempo de hablar en mi otra chamba!.-

-¡Entonces hasta mañana!-se despidió.

No voy a negar la forma en la que Sandro llamó mi atención porque obviamente no iba a estar sin casco pero menos mal no fué otro, porque sino esa otra persona si que lo hubiese pasado muy mal.

La entrevista no estuvo mal incluso puedo afirmar que fué satisfactoria.

-¡Sandro nos ha contado mucho de ti! - me dijo Don Alberto.

-Él me conoce bastante bien, hemos trabajado juntos en tres diferentes empresas, va a pasar mucho tiempo para que confíen en mí.- le aclaré.

-Si él confía en ti, nosotros también confiamos, no te preocupes.

Sus palabras me hicieron sentir como si ya hubiese trabajado con ellos de mucho tiempo atrás.

-¡Muchas gracias!-concluí.

Me dí cuenta que en aquel lugar sólo trabajaban puros hombres a pie y motorizados.

Al día siguiente salí muy temprano rumbo a Santa Beatriz y como llevaba poca correspondencia fuí a mi casa a almorzar y después regresaría a la empresa para llevar los cargos de los documentos que había entregado aquel día.

Una vez en la empresa y ya siendo las 6:30 pm aparece de pronto un chico de buena pinta con casaca negra, cruzó delante mío y me lo quedé observando y él hizo lo mismo.

Sandro que se había dado cuenta nos presentó pues no nos habíamos visto sino hasta ese instante.

Al igual que el primer chico de la experiencia de lineas más arriba, también se llamaba Walter.

-¡Quiero que vayas a la librería a recoger algo!- le dijo a Walter- ¿Quieres ir Patty? Es aquí a dos cuadras e irán en la moto.

Sin dudarlo dije que si, pues era mi oportunidad para subirme en una.

-¡Bien, vamos!-dijo él.

-¿Has subido alguna vez a una moto?-me preguntó mientras íbamos hacía la parte trasera de aquel lugar.

Sin dudar le dije que sí mientras lo seguía y abría el portón para sacar la moto, una vez fuera me dijo que subiera.

Me da risa recordar esto, pues puedo evocar claramente aquel instante como si fuese hoy.

Con decir que no sabía dónde pisar para subir.

Una vez encima no sabía si sujetarme o no porque Walter era un desconocido para mi y entonces me dijo:

-¡Sujétate! ¡presiona tus piernas a las mías y abrázate a mi espalda!

Lo hice pero juro que en ese momento temblaba y no me salió una sola palabra hasta la librería.

Bajé y mis piernas eran gelatinas y él se dirigió a la librería.

De regreso no pude decir nada tampoco, pues esa experiencia me resultó tan rara.

-¡Y qué tal!- le oí decir a Sandro sonriente.

-Si, bien, pero creo que Patty nunca había subido a una moto ¿No?

No respondí y me despedí.

Al día siguiente ya tenía más correspondencia para entregar y fui al paradero de la Av. Larco.

Esperando en la esquina un motorizado se detuvo frente a mí con casco y se levantó la parte de los ojos.

-¿Hola, adonde vas?

Yo lo miré y después lo reconocí, era uno de mis nuevos compañeros de trabajo.

-Tengo que ir a Lince-

-¿Que casualidad, yo voy a pasar por ahí?

Si, que tal casualidad. Pensé.

Esta vez fué fácil subir a la moto del susodicho pues para mí el tiempo era lo que me jugaba en contra y no podía despreciar por miedo el pequeño aventón.

Fuimos por toda la Arequipa y la experiencia fué grandiosa, la verdad no recuerdo el nombre de aquel chico pero igual no era gran cosa, lo que me interesaba en aquel momento solo era ganar tiempo además de la emoción que sentía.

Cuando íbamos a pasar debajo del puente de la Javier Prado él sin más me tomó fuerte de la mano derecha y yo sentí algo tan raro que cuando llegamos a la cdra. 28 de la Arequipa sólo le di las gracias por el favor y nunca más volví a subir con él en una moto.

Con Walter en cambio las cosas eran muy diferentes pues me daba bastante confianza y manejaba suavemente y no como el resto de compañeros con los que tuve la oportunidad de compartir sus motocicletas, ya que yo me llegué a sentir incluso como un costal de papas allí detrás.(no exagero)

El grado de confianza era tal que yo me abrazaba a él sin miedo, incluso había ocasiones en las que recostaba mi cabeza entre su espalda y su cuello.

No voy a negar que él siempre se portó como un caballero.

Me encantaba acompañarlo en hacer algunas diligencias en la tarde cuando ya había terminado de repartir mi zona.

Incluso una vez mientras estábamos por un enorme parque en San Isidro se detuvo.

-¡Patty mira!

-¿Que cosa?

-Hay varias parejas debajo de los árboles-

-Si ya veo ¿y?-

-¡Vamos un ratito para allá!

Aún estábamos sentados en la moto viendo el paisaje y le dije:

-¡Vamos a la oficina!

-¡Un ratito Patty!- me suplicó.

- ¡Yo no pienso bajar, así que vamos!-

-¡Mira como eres!- y arrancó.

Lo abracé como siempre de la cintura aunque la verdad ya para ese tiempo no era necesario pues el truco está en la presión de las piernas.

Presioné más mi pecho a su espalda y recosté mi rostro en su cuello.

¡Se sentía divino!

Él me sujetó de la mano derecha y la elevó hacia su pecho y me dijo:

-¡Aquí Patty, aquí!

Contar esto ahora es más fácil porque fué hace mucho tiempo atrás, incluso mis demás compañeros creían que teníamos un romance y la verdad me resulta muy reconfortante contar esto por acá y no por la red social.

Igual me alegra muchísimo que con él haya sido la primera vez que tuve la experiencia en una motocicleta.


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