Como vuela el tiempo, si hasta parece que fué ayer un sábado 02 de Enero de 1993 en donde ataviada o mejor dicho vestida con una ropa de baño color naranja y un polo blanco me zambulleron en una piscina en forma de frijol.
Para ese momento y sin lugar a duda me encontraba realmente feliz de haber tomado la mejor decisión de mi vida pero al cabo del tiempo me di cuenta de que no se puede confiar plenamente en los humanos, ya que lamentablemente muchos de ellos en verdad decepcionan y no lo digo porque yo sea una joyita que no lo haga, por supuesto que yo también debo de decepcionar pero he aprendido que no debo dar mi confianza a cualquier persona de manera ciega.
En este mundo encuentras todo tipo de personas, algunas realmente chéveres y buena gente pero otras pues la verdad no sé ni que decir.
En un mundo ficticio puedes encontrar de todo pero en el mundo real hay mucho más de lo que la imaginación te puede ofrecer y sin embargo allí estamos, tratando de convivir y sinceramente no sé cómo será la vida a futuro con tantos problemas de personalidad.
Desde pequeña siempre he tratado de ver lo positivo en las personas pero lamentablemente hay personas que no van a cambiar nunca y seguirán siendo así para siempre.
Alguna vez alguien me dijo que dentro de esta organización había personas malvadas y para ese momento no lo creí del todo pues siempre a lo largo del tiempo confié en la gente.
Me di de cara con varias personas aparentemente buenas que me demostraron lo que ya me habían confirmado sin pruebas y lo único que puedo decir es que Dios mismo me salvó de aquellas personas disfrazadas de oveja.
No son pocos, más bien son un buen número y es lamentable, pero ahí voy intentando solo tener un cordial compañerismo cristiano y punto.
No me alegra hacer eso pero tampoco me quita el sueño y a la larga todo tiempo un límite de tiempo.
Mientras tanto y más cuerda que nunca me tranquiliza el hecho de que esta situación del coronavirus llegó en el momento más oportuno de desagrado y malestar propio, pero ahora ya más fuerte tengo que andar con mucho cuidado.
Todo pasa y también cambia y mientras tanto me anima el hecho de estar escribiendo una historia bonita basada en la vida real con un poco de ficción y mientras le doy todas las formas posibles de las cuales destaco el amor y la sinceridad, obviamente el tema principal siempre será la vida misma a color y no en blanco y negro como en un sueño.
Siempre será más bonito ver a los ojos que tratar de imaginar lo que no se puede ver ni tocar.
29 años es bastante tiempo para mí pero poco tiempo para comprender muchas cosas y sin embargo el valor que yo misma me doy es una prueba contundente de que Dios siempre estuvo y está conmigo.
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