Me desperté a las 3:30 am y la verdad ¿no entiendo porque?
Existen momentos en los cuales a veces, despierto de pronto y no puedo conciliar el sueño rápidamente.
Mi mente divaga en medio de la oscuridad y encuentra imágenes ficticias tratando de encontrarme con Morfeo y dormirme en sus brazos.
Es raro pero, siempre he creído desde muy pequeña que el tal Morfeo es un tipo súper feo y por eso así nada más no llego a dormir rápidamente a menos que esté agotada.
Revisar las redes sociales a esas horas tan tardías con el ruido de algunos autos, camiones y trailers circulando por la panamericana me aburre pues no hay ninguna novedad divertida o algo que me ayude a dormir.
Así, entre vuelta a la derecha y vuelta a la izquierda entre mi sábana y mi frazada gruesa me acurruco sin saber cómo, me vuelvo a quedar dormida.
Estrepitosa y abruptamente suena el despertador de mi celular si, son las 6:00 am.
Había olvidado que había puesto mi alarma a esa hora pero juro que me revienta el hígado cuando ese sonidito me fastidia de pronto.
¡Ja! Me río cuando confieso mis barbaridades por acá y hasta mis fastidios, pero me gusta exponerlos, si, me gusta mucho.
Confieso que escribir por acá para mí, es una terapia, pues me divierte enormemente, ya que releerlo me asombra.
¿En verdad me puede asombrar tanta tontería?
¡Oh, pero por supuesto que sí!
Creo que ya me desvié como me ocurre siempre pero... volviendo al punto que quiero destacar...me levanté rápido para alistarme y salir a ponerme la segunda dosis de la vacuna.
Aunque no ocurrió nada novedoso salvo que hice una cola de 6 cuadras y no llevé lapicero e incluso las chicas de la puerta no quisieron darme uno (aunque no es su responsabilidad)
me gustó mucho que en medio de la negativa de las chicas un caballero atento me ofreció un lapicero sin que se lo pidiese, en realidad fué muy amable y después de terminar de escribir me di de frente con el aviso de esta foto y me eché a reír como si la misma pared me estuviese recordando mi olvido.
Al salir de aquel recinto de vacunación tuve tiempo para ir al mercado y hacer algunas compritas, además de comprar unos ricos alfajores cajamarquinos para pasar los feriados largos.
Una vez en casa tomé desayuno a las 10:30 am y recibí un mensaje que me decía que mi ayudante no podría acompañarme mañana para mí discurso pues resulta que se encontraba en medio de una emergencia y no podría cargar con la asignación.
Aunque parezca mentira ya me olía ese resultado pero lo tomé deportivamente y acudí a otra persona para que me ayudase y todo está ok para mañana.
Una vez resuelto mi pequeño vaivén mi tío me llamó desde Lunahuaná preocupado porque no le había respondido las llamadas y le expliqué que no las contesto cuando estoy en la calle.
No puedo creer que mientras hablábamos se le ocurrió contar un chiste y al empezar nada más me pareció un poco raro todo y él se empezó a reír.
Yo, al oír su risa me reí también y le dije que lo que me hacía gracia en realidad era oír su risa y el trabalenguas que me había contado porque en realidad el chiste no lo parecía y es entonces cuando él me dijo:
-¿No has entendido?
Y me empezó a explicar ¡Por Dios!
¡Ay mi tío! bueno, definitivamente no todos tienen el don de hacer reír, de eso estoy totalmente segura.
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