Sentada en mi cama visualizo la pared en la cual se encuentran 3 dibujos grandes de: la sirenita, blanca nieves y una joven princesa que saqué del pinterest, pero existe un espacio muy especial para mi muy admirada Cenicienta, si, aún me falta un dibujo grande de ella la cual aunque parezca mentira también tiene un lugar en mi corazón.
Siempre he sido una persona muy especial y a pesar de los años lo sigo siendo, no sé si tacharme de soñadora o imaginativa, pero lo que si sé es que desde que mi madre me contaba cuentos de ella la admiré a pesar de ser un personaje ficticio.
Creo que puedo decir de algún modo que mi madre tenía cierto parecido a ella por su bondad ya que a mí mamá le encantaba entablar amistad con personas solitarias y afligidas, también tenía una predilección especial hacia los adultos mayores y personas con deficiencias físicas y por ello mismo se ganaba el corazón de ellos y de quien la observara.
Me parece tan extraño contar esto por acá pero me siento muy agradecida a Dios de haber tenido una buena madre aunque en ocasiones era muy sobreprotectora.
Todas las mañanas me decía que debía de agradecer a Dios el haber amanecido y que me faltó poquito para ser una rebelde, yo le decía que de haber sido así hubiese sido con justa razón.
Incluso cuando me contaba de mi abuela imaginaba las escenas que vivió y como lo perdió todo por amor a un hombre que no se lo merecía y que simplemente la usó.
Mi bisabuelo se hartó de la rebeldía de mi abuela y la desheredó dejándola a su suerte con el destino que ella misma se trazó.
Cuando me quedaba pensando de niña en la situación que vivió mi abuela trataba de imaginar si la historia hubiese sido distinta.
Por un lado mi bisabuelo, un hombre importante y con muchos bienes a estas alturas yo también hubiese disfrutado de tener una buena posición social y económica por otros lares y me imagino también que con otro físico y algo me dice que estos ojitos bellos que tengo no los hubiese heredado tampoco.
Me imagino que mi papá hubiese sido otro señor y yo hubiese tenido también otros hermanos.
Creo que a pesar de mencionar a mi mamá también puedo mencionar a mi papá, total, este es mi blog.
De mi padre admiro su vehemencia bajo cualquier aspecto, no se rinde, cree en el mismo y tiene un espíritu positivo y jovial.
Reconozco que me parezco mucho a él y mi mamá me lo repetía incontables veces.
Aunque no fueron un matrimonio modelo trataron en lo sumo posible por no discutir delante de mí hermano y de mi.
Ambos caminaban en diferentes direcciones y no tenían las mismas metas.
Al menos pude sacar la conclusión de que para que un matrimonio funcione es necesario que ambos se trazen la meta de andar en el mismo camino, pero no por obligación sino porque eso es lo que ambos quieren, de no ser así o hacerlo por el qué dirán tarde o temprano fracasa.
Una de las cosas que admiré de mi madre hacia mi padre fué el respeto que le tenía.
De mi padre me gustó siempre su letra hermosa y sus dibujos por eso al ver los míos me puso en un instituto para perfeccionar la técnica pero no pude concluirlos por falta de dinero, incluso postulé a bellas artes.
Se suponía que este blog era para hablar de la Cenicienta y ya me he desviado bastante pero creo que vale la pena todo lo que siento en este instante pues en realidad estoy muy emocionada pero no diré aún porque.
Mi padre y mi madre nunca fueron tal para cual a pesar de que mi padre creyó en un primer instante que así era, haciendo de todo por conquistar a mi mamá consiguiendolo al final.
No me considero la última coca cola del desierto pero puedo apostar que lo soy (que alucinada)
Desde chiquita siempre he sido la cosa rara, la novedad, la: ¿Y quién es ella?, por mi arte, por mi voluntad de convertirme en heroína frente a gente desconocida y por a veces creer que no soy de este planeta.
Mi temperamento sumado a mi alegría que ha generado en ocasiones la antipatía de ciertas personas y la admiración por parte de otras me pone en un lugar difícil: este mundo competitivo.
Siempre vi a la Cenicienta como un ser muy noble y no va a dejar de serlo jamás, su bondad traspasa límites insospechados y a pesar de granjearse la antipatía de otros el resultado de tanta lucha será su felicidad y es en este punto final en donde realmente encajo y dónde a pesar de todas las lágrimas que he derramado no me queda más que agradecer a Dios por darme tanto y permitirme a la vez ser como soy en realidad.
ความคิดเห็น