Decir que las puestas de sol son hermosas sería redundante ya que cada una de ellas tiene algo muy particular: ninguna es exactamente igual.
Aunque la cuestión del color es lo que atrapa al ojo humano, las puestas del sol tienen la particularidad de tocar no solo los sentimientos más profundos sino que además de ello se tornan vívidas al abrazar el alma.
¿Porque digo esto?
En realidad lo digo por experiencia pues las puestas de sol aparte de ser mis favoritas me dicen tanto en tan poco tiempo que aunque la escena no se manifiesta con palabras lo hace con las increíbles mezclas de color matizadas y divididas acertadamente en el firmamento.
Desde pequeña siempre admiré ver las puestas de sol desde la ventana de mi casa en Elio y eso hizo que me encantara disfrutar de ellas siendo un adulto.
¿Que me provoca una puesta de sol?
Sinceramente lo más extraño: quedarme perpleja observando el momento y derrepente verme a mí misma, es decir, la magnificencia del momento y yo como ser humano, ¡Que tal diferencia! encontrar en esos minutos de magia una diferencia enorme entre el pintor detrás de tanta majestuosidad y un poquito de tierra convertida en persona que no puede menos que sentirse doblegada ante una verdad inherente.
En realidad es algo mágico poder ser participe de un juego de emociones casi, casi sin explicación pero al ser verídico nada es falso y no es producto sólo de mi imaginación.
Estoy segura que cada puesta de sol es como un escrito muy bien pensado, incluso podría decir que es como una hermosa carta de amor pues como ya dije, cada una de las escenas puestas en el firmamento al caer el sol hablan por sí solas.
Recuerdo que siempre soñé con vivir cerca al mar, específicamente en Miraflores, en uno de los tantos departamentos de los cuales se puede visualizar estas hermosas escenas, está de más decir que cuando veo estas maravillas sola se me refresca la mirada al entender que no merecemos tanto y sin embargo se nos da muchísimo más de que anhelamos.
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