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La paz sea contigo.

Actualizado: 20 mar 2021

Decir que uno ama a Dios y al prójimo no debería ser algo de lo cual uno se llene la boca en afirmarlo pues aunque parezca mentira la mejor forma es demostrarlo con hechos.

Mi mamá siempre me inculcó el respeto a Dios dentro y fuera de la iglesia, sumado a esto el cariño que demostró a muchas personas que necesitaban consuelo y ánimo me dejaron en claro que mi madre fué una persona maravillosa viéndola en acción cuando ejecutaba actos de bondad y la verdad no puedo más que estar agradecida por tan hermosos gestos de amor hacia otras personas.

Recuerdo muy bien que me decía: "Cuando hagas un bien a alguien no mires nunca su apariencia, sino su necesidad"

Sería fácil decir que mi mamá lo decía de boca para afuera y listo, pero no, ella iba incluso más allá de lo que pudiese imaginar.

Yo tenía un respeto único a la Iglesia y vestía de manera adecuada cuando asistía a ella, que lejos estamos hoy de algo parecido cuando antes de esta pandemia acudían a sus lugares de adoración con shorts, escotes y todo tipo de prendas no apto para este tipo de eventos en donde la principal figura era Dios mismo.

Contando 11 años de edad fuimos con mi madre y mi tía como cada domingo a ésta parroquia en la unidad vecinal N°3 en Lima llamada "Nuestra Señora de Fátima".

Cómo era de esperarse la parroquia estaba llena de gente por ser domingo pues la mayoría no trabajaba y por lo que me pude dar cuenta habían pocos hombres presentes.

Toda la misa transcurrió tranquila y me fijé en un hombre que entró después de comenzar la misma, él lucía unas prendas bastante sencillas y percudidas y era muy notorio que fuera humilde.

Yo estaba 2 filas detrás de aquel hombre entre mi tía y mi mamá y el clérigo nos pidió ponernos de pie.

(Quiero recalcar que aunque aquel hombre se encontraba al canto de aquella banca las personas a su lado estaban alejadas de él)

Siempre me gustó esa parte de la misa en donde todos nos dábamos la paz no importando si nos conociamos o no pues cabe recordar que para Dios todos somos iguales, somos su creación y nos ama así seamos muy difíciles de entender.

De pronto, aquel sacerdote dice: "LA PAZ SEA CON USTEDES", acto seguido mi mamá me abraza y mientras lo hace observo al señor delante y nadie se le acerca, (me parece visualizar como entonces aquella escena en donde la indiferencia cobra relevancia aún en la llamada casa de Dios) los demás se abrazan entre ellos y hasta se dan palmadas entre conocidos e incluso desconocidos y sigo observando a aquel señor totalmente solo y ajeno a toda aquella celebración litúrgica.

Después de aquel abrazo le pedí permiso a mi tía sin decirle a mi madre lo que haría y me acerqué a aquel señor solo y le dije:

-"¡La paz sea con Ud. Señor!"-

Aquel señor como era lo más lógico me miró sorprendido por aquel acto y me dijo sonriente:

-¡Gracias, la paz sea contigo también!-

Mi madre para ese momento ya estaba a mi lado y él le preguntó si yo era su hija y ella lo afirmó, después mi mamá le daría también la paz, a la vez que otras personas se sumaron al acto y entonces comprendí que un solo acto de amor o misericordia tiene un efecto magistral en quien lo observa pero principalmente ante la vista de Dios.

Hay algo que quiero destacar de este acto que aunque fué de mi infancia no pasó desapercibido para algunas personas en el facebook que tuve años atrás pues aunque parezca nauseabundo decirlo porque así lo sentí hubo comentarios negativos que no se expusieron como comentarios públicos sino dentro de mis mensajes.

Mi pregunta es ¿Porque hay gente así?

¿No entiendo? Yo, este acto que fué hace muchísimo tiempo hasta donde lo entiendo no estuvo mal sino todo lo contrario.

Porque hay gente que se ofende con algo así, yo la verdad por lo que entendí es que ese tipo de personas que incluso eran conocidas ¿no harían nada similar ni siquiera en su religión?

¿Es que acaso uno debe mirar siempre por encima del hombro y escoger quien si y quién no tiene una bondad o un gesto bien habido?

La verdad sinceramente hablando no contaría como amistad a personas con ese tipo de influencia y de las que menos mal me libré.

Yo hubiese estado muy orgullosa sí mis hijos (que no tengo) fueran así de compasivos y cariñosos con el prójimo pues estoy segura que como a mí en la actualidad tuvieran muchas bendiciones por actos muy parecidos a aquel y de los que la verdad no me avergonzaría jamás.

Ya lo dice el dicho: "HAS EL BIEN SIN MIRAR A QUIEN"


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