Estuve viendo la película: "loca por las compras" o también llamada: "confesiones de una compradora compulsiva".
Me encanta este tipo de películas en donde la protagonista tiene un grave problema que parece irremediable y no sé porque recordé una anécdota de mi mamá.
Claro que Rebecca, el personaje interpretado por Isla Fisher es el de una chica que gasta sin parar por cualquier cosa que según ella le hace falta en su ropero.
¡Ja! No niego que me siento identificada aunque no soy de gastar por gusto y a diferencia de aquella chica si llego a usar lo que compro.
Incluso he notado que desde que mi mamá falleció mi guardarropa es más amplio y combinable pero todo es de un precio razonable, hasta puedo decir que cómodo, en conclusión, no es de calidad más bien es muy sencillo.
Cómo seguía contando, de algún modo ver esta película me recordó a mi mamá en varias situaciones, por ejm. en la elección de las prendas de vestir, ¿a que me refiero?
Creo que mejor me traslado a varias décadas atrás cuando mi mamá era bastante joven y yo ni siquiera estaba dentro de sus perspectivas y mi papá ni cerca estaba.
A mí mamá se le hacía tarde para llegar a una tienda que vendía vestidos de novia y todo tipo de trajes de fiesta para aquella solemne ocasión.
A lo mejor salta la pregunta: ¿Que tiene que ver tu mamá con una tienda de novios? ¿No dices que tú mamá aún no te tenía entre sus proyectos más inmediatos? ¿Y tampoco conocía a tu papá? ¿O es que se iba a casar con otro hombre? ¿O estaba invitada a un matrimonio?
No, no, no, nada que ver lo que ocurre es que mi mamá estaba solicitando un puesto dentro de aquella tienda de novios.
Bien, esa mañana mi mamá se bañó y se lavó el cabello que en ese momento lo llevaba bien corto y como no tenía secador hizo todo lo que pudo con la toalla para secarlo.
Según me contó ella su cabello goteaba aún cuando llegó a la entrevista en dónde ¡Oh sorpresa! habían varias chicas super bien vestidas, con prendas de última, bien a la manicure y a la pedicure.
Mi mamá lógicamente se sintió como un perrito en remojo después de la lluvia y encima no se había maquillado.
Confieso que mi mamá no necesitaba maquillarse pues su belleza era muy natural así que por ese lado al menos ya tenía algunos puntos pero no sé cómo serían las demás postulantes pero más o menos me lo podía imaginar cuando me lo contaba.
Debe de haber habido chicas muy bonitas incluso con algunos puntos más que ella por la vestimenta pero lo siguiente que ocurrió me dejó en Shock.
Debo recalcar que mi mamá vestía una blusa blanca y una falda negra y zapatos de taco 5 y por aquí también debo recordar que mi mamita media 1.50 cms.
Recordar a mi madre me hace suspirar y recordar incluso otros aspectos, pero creo que eso lo contaré después.
El dueño en cuestión veía minuciosamente a cada postulante: altas, delgadas, con narices respingadas, algunas tipo intelectual otras agresivas e incluso me imagino por allí alguna "gata fiera".
Ay, si mi mamita supiera todo lo que escribo ¡ja! Me imagino que se echaría a reír de tanta barbaridad.
Una vez que aquel hombre ya bastante maduro y con las sienes encanecidas estaba a punto de dar su veredicto pidió a cada una su retiro pues aún no había hecho una elección y en cuanto lo hiciera llamaría a la elegida.
Mi mamá esperó hasta el final y como fué la última en salir el Señor le pidió que se quedara pues había sido la elegida.
Mi mamita no podía creer que de todas aquellas señoritas súper bien arregladas hubiese quedado ella como la elegida.
Cuando recuerdo esto la verdad me llena de mucho orgullo saber que aparte de su belleza lo que destacó en ella fué su humildad.
En realidad lo que acabo de contar no tiene nada que ver con la película que cité al principio pero si con las prendas o telas que se usan pues de allí mi mamá aprendió a ver la diferencia entre una pieza de calidad y otra corriente, las que se deforman o maltratan con facilidad, incluso cuando íbamos a las tiendas me ponía cerquita a ella y tocaba las telas y a mí sinceramente me daba roche pues las estrujaba entre sus manos.
Aunque parezca extraño, hoy puedo ver con los ojos de mi mamita cada vez que entro a una tienda de telas y no lamento para nada haber aprendido de ella, ya que antes no podía comprar ese tipo de telas y hoy por hoy lo puedo hacer pero no pienso precipitarme aún.
Todo a su tiempo, pues hacer mis cambios poco a poco me está dando los resultados que jamás pensé e ir de a poco me enseñará a tener paciencia.
Por ejemplo una vez vimos un par de aretes de argolla en oro de 18 kilates y yo aún con 15 años me enamoré irremediablemente de ellos.
La joyería quedaba en la esquina del Jr. de la unión con Huancavelica y me cerré en que los quería inmediatamente (no puedo creer que fuera tan caprichosa) pero mi mamá me dijo que sólo los podría separar y yo me molesté terriblemente.
Acto seguido mi mamá entró a la joyería, me llamó, me los probé y eran realmente hermosos en mi lóbulos, ¡guau! Dorados, me encantaban así entrelazados como si una serpiente los rodeara.
A mí mamá le dijeron que tenía un lapso de 15 días para recogerlo y yo ya no los quería pero no porque no me gustaran sino por mi absurdo capricho de quererlos en el acto.
¡Que barbaridad! Que vergüenza portarme como una berrinchuda ¡por Dios! pero eso ya pasó ¡ja! No puedo creer que pueda escribir algo así aunque menos mal el berrinche aún lo llevo por dentro y en ocasiones sale a flote.
Aquellos aretes fueron lo más hermoso y devoto que tuve y me dolió venderlos por falta de dinero pero al final no importa porque era algo material.
Confieso que mi debilidad particular en cuanto aretes, mis predilectos siempre serán las argollas doradas.
Ahora quizás la pregunta que viene a colación sea: ¿Que rayos tiene que ver la película con las telas y los benditos aretes?
En realidad solo la parte final en donde Rebecca vendió con pena su bufanda verde esmeralda pues le recordó a aquel chico que creyó todas sus mentiras, pero de todas la única verdad era que lo amaba, si, aquella bufanda tenía un significado especial pero ya no lo tenía con ella sin embargo, él lo había comprado através de otra chica porque resulta que para él tenía el mismo significado.
Es allí cuando recordé que guardé los aretes de la foto y los usé una noche, yo vestía una blusa negra de encaje, falda lila y zapatos de taco negro.
Cuando los he usado después de aquello he recordado el momento pero la verdad no sé cuánto tiempo más los tendré en mi cajita y sinceramente espero que no tengan que pasar más de 20 años como la tarjeta de Edgar para deshacerme de ellos.
Comentarios