Provista de una mochila ya vacía solo me faltaba ingresar en el hospital de policía para terminar con mi ruta e ir a darme un buen duchazo a mi casa y cambiarme de ropa para después salir con rumbo a la oficina.
Me faltaba una cuadra para llegar al hospital militar y al ver gente por la vereda decidí ir por el borde de la pista.
Estaba a punto de cruzar una calle cuando en un abrir y cerrar de ojos sucedió lo inesperado: una moto decide cruzar raudamente la pista y un auto que se aproximaba de manera transversal lo embistió.
El hombre de la moto salió volando por encima de aquel auto rojo que jamás olvidaré y llegó muy cerca a donde me encontraba, hasta parecia que había caído a mis pies.
Menos mal que aquel hombre de unos 30 años aproximadamente tenía un casco puesto sino hubiese sido fatal contar otra versión de esta historia anecdótica.
A unos pasos de mi se encontraba este hombre quien tirado en el piso comenzó a moverse y lo ayudé a sentarse a la vez que le sacaba el casco y noté que no se sentía bien, parecía mareado por lo que no pude evitar sentir lástima por él.
Recuerdo bien que él tenía el cabello castaño con ciertas ondas y observándolo así indefenso no lo pensé e introduje mis dedos por su cabellera (recordarlo me hace gracia pues no sé si él se habrá dado cuenta) y le dije que se mantuviese en esa posición.
Después de aquel instante recordé al hombre que atropelló al motorizado y observando bastante enfurecida la escena y luego al auto me acerqué para reclamarle el tremendo atropello que había cometido.
No pasaron ni 2 segundos de mi rabia y de aquel auto rojo salió un hombre de la misma edad del atropellado pero a diferencia de él este era muy atractivo (decir que era guapo en realidad era poco) y lucía una camisa roja con 2 botones abiertos y además de ello tenía un móvil del cual me imaginé estaría llamando a la ambulancia.
No recuerdo si corría viento pero al verlo así dirigiéndose hacia nosotros noté que su cabellera castaña se movía como si fuese un comercial de shampoo para cabello fino.
Cualquiera en su más sano juicio diría que estaba alucinando pero la verdad absoluta fué esa y no me pienso retractar de lo que verdaderamente ocurrió en aquel instante.
Sinceramente las ganas de decirle al menos 3 palabras con monosílabos de queja fueron anulados en mi mente absorta por ver tanta belleza junta en un solo hombre.
Su voz preocupada me hicieron pensar que a lo mejor lo que yo vi en el momento del atropello fué culpa en realidad del motorizado y no de aquel Adonis de los botones faltantes (no cabía duda había quedado idiotizada) e intenté rebobinar mejor la escena.
-¡Hola, estás bien!- preguntó
-Parece que aún está en shock- le dije
-¿Tú viste todo?-me preguntó
-Si-
-Bien acabo de llamar a la Clínica San Felipe para que lo trasladen en una ambulancia para allá.
Pensando me dije a mi misma que este hombre debía de atenderse en esa clínica pues se notaba que era de buena posición económica.
La ambulancia llegó rápidamente y el guapote del auto rojo me dijo:
- ¡Tienes que acompañarnos!-
Yo estaba realmente sorprendida, por lo que le respondí con una pregunta:
-¿Y yo porque?
-¡Porque viste todo!
-Pero es que no puedo, en este momento tengo que entregar estos documentos (la verdad yo quería ir pero...) ¡lo siento!
Lo pensó unos segundos y me dijo:
-Está bien, de todos modos, gracias por la ayuda.- acto seguido me dió la mano en señal de agradecimiento.
Dejé el lugar apresurándome para llegar a mi destino y lo hice volteando a ver la escena y lo último que pude ver es que la ambulancia se llevaba a aquel hombre y el Adonis subió a su auto para seguirlos.
Confieso que me dió pena que se fueran sin mi.
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