Por lo general las elecciones (sobretodo las presidenciales) han sido motivo de aglomeración y no es raro debido al enfoque que le ponen cuando se trata de un nuevo mandatario que los dirija y gobierne.
La humanidad siempre se ha visto en la necesidad de alguien que les imponga leyes que les permita ver si pueden o no cumplirla, es decir que si no les conviene simplemente las pasan por alto y cometen lo que les venga en gana de manera oculta.
Por supuesto, nada puede permanecer oculto por mucho tiempo (así pasen 100 años) ya que la verdad siempre sale a la luz.
Dentro de este marco se desarrollan las elecciones presidenciales este domingo 11 de abril y que a diferencia de otras elecciones lo hacemos en compañía de un virus letal y que tiene a la humanidad en vilo, pues nuestra vida corre peligro si llegamos a tenerla en nuestro organismo.
Por un momento pensé en ir a votar y dado que mi DNI termina en 0 el horario sería de 6 a 7 pm pero debido al gentío y a muchos miembros de mesa que no han acudido a sus lugares de votación pues simplemente no ejecutaré mi voto.
Esta sería la primera vez en toda mi vida que no acudiré a las urnas pues primero es la familia, quien cuenta con más de 80 años y es proclive a contraer el virus por ser altamente vulnerables.
Viendo en retrospectiva mi vida frente a las elecciones puedo decir sinceramente que siempre me pareció divertido desde el momento en que acompañaba a mi mamá a las urnas en la Victoria.
Ella me dejaba en la puerta del aula donde le tocaba votar y cuando salía le pedía que me pintara el dedo medio con aquel color púrpura de su dedo aún húmedo y que constataba que había votado.
Aquella acción la repetí muchas veces hasta que me tocó ejercer mi derecho al voto cuando fué mi momento y la verdad lo disfruté muchísimo.
No recuerdo por quienes he votado con anterioridad pero lo que si puedo decir es que no fué por mucho tiempo y de allí en adelante sólo los viciaba.
Cuando veía a los miembros de mesa me preguntaba si algún día podría estar en sus lugares y aunque no soy una profesional en una ocasión participé de manera voluntaria en él.
Cualquiera diría que fué en contra de mi voluntad pero no fué así, no me gusta que me obliguen a hacer algo si yo no quiero y justamente por ser algo que quise hacer (sin consultar incluso con mi mamá) me acerqué a mi aula y pedí ser parte de los miembros de mesa.
Creo que esta actitud de mi parte fué lo que lo hizo realmente divertido (bueno, en realidad todo lo que hago en mi vida tiene que resultar altamente divertido) y junto al presidente de aquella mesa y a una señora escogida al azar la pasamos chévere.
Recuerdo bien que nos reímos mucho con mi equipo y trate de que la votación fuera lo más amena posible no dando paso al aburrimiento.
Algo que puedo contar por acá es que nada de lo que se hace dentro después de la votación es legal (esa es la ventaja de estar cerca del lugar de los hechos) por ejm. los votos en blanco los llenan por el partido favorito de aquella aula (por citar un ejm.) entonces quedó claro que nada, absolutamente nada es transparente.
Lo único tedioso para mi fué rellenar los cuadraditos que tuve que terminar de hacer yo porque soy muy habilidosa en ese aspecto y de algún modo es desesperante pues si no se hace de la manera correcta se tiene que volver a hacer en un nuevo papel.
Por aquel entonces las elecciones eran las presidenciales por 5 candidatos y debido a los resultados fueron a la segunda vuelta en las que todos los miembros de mesa si acudieron en aquella ocasión e incluso recuerdo bien que tanto aquel presidente (que en la primera vuelta fué con muletas) y el chico que formó parte del equipo conmigo en la primera vuelta me reconocieron y saludaron.
No me arrepiento de haber formado parte de este equipo ¿Porque habría de hacerlo? me dió tanto gusto como el que formé en diversos trabajos en los que he estado o para los diferentes ejercicios que a nivel de siniestros se refiere.
Probar nuevas experiencias es magnífico, salirse un poco de la rutina es genial pues te da oportunidad de conocer tus propios límites y reconocer las deficiencias propias y ajenas (para no cometerlas)
Estoy más tranquila pues sé que aquí en casa estoy a salvo y eso me hace sentir segura y feliz.
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