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  • Foto del escritorpayslusa

Ángeles a la orilla del mar

Actualizado: 14 mar 2021

Apresurada caminaba por las calles de San Isidro rumbo a la encuestadora "Datum"

Mis jeans me producían un excesivo calor pues tomando en cuenta que era el mes de Enero y el sol es inclemente en Lima los 3 primeros meses del año, seguí caminando.

La blusita blanca me producía un bochorno extremo pero intenté tener calma ya que pronto llegaría a la oficina.

Chicas y chicos caminaban por aquel pasillo que lleno de papeles y documentos reían y atravesaban diversas puertas y pasadizos. Contándolo pareciera un lugar enorme pero solo estoy hablando de 300m².

Acondicionado con alfombras super suaves a la entrada mi paso por el lugar me producía tranquilidad, hasta parecia que trabajaba dentro.

El reclutador de entonces, un tal Miguel nos explicaba a todos el próximo estudio y con ello mínimo 20 encuestas que realizar.

Cada encuesta contaba de 3 hojas y las preguntas iban desde el nombre, la edad, familia, cuántos artefactos eléctricos tenían en casa y poco más y preguntaban cuántas veces usaban el baño.

Yo hacía una mueca imaginando al encuestado que necesariamente tenía que tener cierta edad, es decir no podía efectuarse las preguntas a cualquier persona sin tener una edad promedio a la requerida.

El lugar donde se efectuaría tal demanda de encuestados: los barracones del Callao.

Mi amiga Vanessa, un poco molesta me preguntó si estaría bien.

Observando mi plano le dije que no habría problema.

Nos despedimos pues las encuestas no podíamos hacerlo acompañados.

Cerca a las 10 am. en el micro por la Av. Grau el calor era en verdad sofocante y mi reloj sudaba igual que yo, hasta estaba empañado el pobre.

Aquella calle por esas horas no estaba muy congestionada, había señoras regordetas vendiendo tamales cosa que yo creí solo vendían los domingos, tenía sed pero tenía que tocar puertas y lanzarme a la chamba.

En una calle solo había encuestado a 2 personas, era mediodía y tenía sed.

De pronto y gracias a Dios encontré un pasaje lleno de entradas, ¡guau! me dije, pues creí que encontraría posibles personas para encuestar.

Mi felicidad duró unos minutos pues sólo había puertas falsas, pero seguí adentrándome en él.

Solo era un camino siczageante hasta que al fondo pude ver al fin el mar.

Que delicia de ver el mar, imaginé estar dentro de él y sentirme fresca pero la chamba me llamaba a continuar con su aburrida rutina.

Asomé la cabeza mirando el mar adormilada y giré la misma a la izquierda pues sentí un sonido proveniente de algún lugar.

Vi mucha gente riendo y jugueteando a lo lejos, primero iracunda y luego entusiasmada por la posibilidad de encontrar más gente que pudiese responder a mis preguntas.

Abré dado un paso cuando de pronto sentí un brazo que me sujetó y volteé de prisa para ver quién osaba tocarme pues por aquel lugar no conocía a nadie.

Era una mujer de cabello negro semi-largo que me dijo:

-¿A dónde vas?

Mirando su rostro intentando saber que quería aquella mujer le dije:

-Pues, voy donde esas personas para hacerles unas preguntas, mire...- no pude continuar porque ella empezó a hablar.

-¿Que es lo que estás haciendo?¿Conoces a esas personas? ¡Tú no sabes quiénes son, ni cómo son, entonces para que quieres crearte problemas, regresa por dónde viniste y no vuelvas, te lo advierto!

Un frío atravesó mi cuerpo caliente entendiendo lo que me quiso decir y casi al segundo volví por el pasaje, habré dado 10 pasos y una pareja iba por ese camino, los dejé pasar y volteé, miré y la mujer que me habló no estaba.

Tuve el impulso de regresar pero algo me decía que no lo hiciera y seguí mi camino de regreso.

Una vez fuera di un gran suspiro preguntándome que había sido eso y la verdad me sentía rara.

Seguí caminando y toqué otra puerta de la cual salió un señor muy gentil que respondió a mis preguntas.

Sentí que mi suerte había cambiado y muerta del cansancio decidí irme de aquel lugar pero una puerta de rejas llamó mi atención y la toqué.

Una Sra. de edad me miró sorprendida detrás de aquellas rejas color melón y las abrió, yo mirando mis papeles sentí su brazo agarrándome con dulzura y diciéndome con firmeza qué pasara a su humilde hogar.

Yo la verdad no soy muy confiada de la gente pero la mirada para mí dice mucho de una persona, por eso cuando recién conozco a alguien la miro para saber sus intenciones porque no hay mejor carta de presentación que una mirada.

Entonces acepté entrar porque su mirada me produjo confianza, una vez sentada en su humilde sillón me invitó un refresco helado, ¡ahhh! Que alivio sentí despues de beberla toda.

La Sra. me miraba preocupada pero resuelta y dentro de todo me explicó que no debería estar por esos lugares tan peligrosos.

-¿Sabías que esta es una zona roja?

Yo, un poco iracunda y perpleja le dije:

-¿Zona roja? No, no lo sabía.

-Pues si mi niña, yo sé que tú necesitas el trabajo pero debes de ir a otros lugares donde no haya mucho peligro. Yo voy a contestar a tus preguntas pero luego de ello te voy a indicar cómo vas a salir de acá.

Me decía a mi misma que a lo mejor la Sra. estuviese exagerando pero ya con ella eran 2 las personas que me estaban ayudando a entender lo malo de estar en aquel lugar.

-Quiero que hagas exactamente lo que te voy a decir.-

Una vez fuera de aquella casa respiré hondo y luego dejé mis miedos a un lado a regañadientes, no había excusa, algo no estaba bien pero tenía que hacerlo.

Caminé por la pista mirando de frente como si no me importara nada y aunque tenía ganas de entrar en alguna tienda para comprar unas galletas no lo hice.

Había mucha gente en las veredas, hombres de color sin polo, con sus pechos en exhibición y barrigas exhuberantes, me imagino llena de chelas y tamal, mujeres regordetas serias vendiendo tamal aún y si, yo me había convertido en un punto focal, justo lo que me había dicho la señora, era la novedad del lugar, alguien desconocido.

No me detuve en mi caminata hasta la avenida Grau y justo en ese instante se aproximaba un micro no sé ni qué línea pero igual subí solo para poder salir de aquel lugar que ya me había dado miedo, pero lo que más me atemorizó en realidad fueron las 2 mujeres que me brindaron su ayuda porque no crean que yo no aluciné en creer que si existen los ángeles materializados tuve el placer de contar con 2.




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