Cuando tenía 19 años me gustaba mucho el amigo de una amiga, desde la primera vez que lo ví me cautivó.
¿Que me llamó la atención de éste chico?
No estoy muy segura pero creo que fué su seguridad, no era muy guapo pero si atractivo, talves su sex-apple me cautivó.
Aquella vez solo lo ví con unos jeans (normales) su camisa blanca y una chompa de jersey celeste.
Peinaba prolijamente y estaba completamente segura que acababa de darse un buen baño.
Yo en aquel primer instante estaba en la farmacia comprándole a un doctor bastante rellenito, acto seguido volteé y vi al chico en cuestión pero no entro a la farmacia, es más, ni me vió.
Al regresar a mi casa estaba casi segura que el rostro de aquel chico lo había visto en algún lugar pero no sabía dónde.
Al día siguiente fuí a casa de mi amiga y le comenté sobre un chico que llamó mi atención, recuerdo que ella se reía y me preguntaba que quién sería.
De pronto, como si lo llamara con la mente aquel chico doblaba la esquina del frente y pasaría muy cerca de nosotras.
Muy emocionada le dije a mi amiga que ese chico era el mismo del que le estaba hablando y cuando me doy cuenta ella lo saluda y él le sonrió acentando con la cabeza.
Yo ni cuenta me di que lo miraba a la vez que le sonreía (que vergüenza le estaba coqueteando)
Pero es que esa chompita celeste le quedaba magnífico ¿Tendría varias? Porque el día anterior lo había visto con él.
Las camisas le quedaban magníficas y ese mentón y esa barbilla bien afeitada debían oler a puro old spice ¿Todavía existe eso?
Ni me importa saberlo porque creo que por ese tiempo era lo único que existía para afeitarse, bueno para los hombres me refiero.
Pondría su nombre aquí pero para que mancharlo si todo era nítido en él.
Mi amiga me preguntó que si él me gustaba y le dije que sí ¿Y es que acaso la cara que puse mirándolo no era suficiente?
-Te aviso que tiene enamorada- me dijo
-¿Ah, si?
-Sí
¿No entiendo porque le pregunté que qué tal era la chica? ¿Para que?
Igual mi amiga me dijo exactamente como era la chica en cuestión.
Una de las novedades aparte de ello era que él era mormón.
-¡¿Que qué?!
Y entonces ella misma me dijo que también lo era.
Para entonces le pregunté que cual era la novedad de ser un mormón a ser un católico.
Me explicó varias cosas no muy interesantes la verdad, pero llegué a ir a una de sus clases.
Sinceramente no le ví la gracia pero entonces me dijo que para fin de año harían una fiesta.
-¿Quieres ir? Me dijo.
-Por supuesto que quiero ir-le dije.
Me había comprado un polo color mostaza que junto con mis jeans y zapatillas y mi coleta creo que estaba en algo, bueno al menos yo me veía muy bien aparte que por aquel entonces era una chiquilla.
Siempre he amado las coletas pues creo que resaltan mis horribles ojos y entonces ya estaba lista.
Había muchos chicos y chicas en la puerta y en el pasadizo, al entrar había otro pasadizo y el chico en cuestión venía en esa dirección.
Recordarlo me emociona, hasta pareciera que estoy en este instante , en esa secuencia cuando él se detuvo frente a mí y me dió la mano y me la estrechó suavemente, acto seguido me la cubrió con la otra.
Me río de pensar en esa emoción tan rara y de pronto se apareció entre los dos una chica bajita no muy agraciada y me saludó también pero noté que él me soltó.
La saludé y pregunté por el baño.
Fuimos con mi amiga y el reflejo de aquel espejo me mostraba mis mejillas sonrojadas.
Una vez las 2 solas le pregunté a mi amiga:
-Me dijiste que su enamorada era bajita ¿No me dirás que era la que apareció después de saludarlo?
-Ella es.
Inmediatamente se apareció en el baño una antigua compañera de colegio de la que tampoco voy a poner su nombre pues nunca nos llevamos bien.
-¡Qué gusto verte, Patty!- me dijo.
En el colegio ella era bien irónica y nunca le caí bien y eso que nunca le había hecho algo malo.
Sin embargo le seguí el juego.
-Hay una cosa que tienes que saber Patty- me dijo mi amiga
-Ella es la prima del chico
-¡Ay, no!- me lamenté.
Empecé a crearme mentalmente que ese chico no tenía una buena influencia.
Bueno había ido a bailar pero no sabía cómo haría eso y salimos del baño.
El gran Salón era inmenso, parecía una cancha de básquet como en las películas norteamericanas, vi a mi derecha y había sillas para sentarnos y antes de hacerlo un chico me sacó a bailar y accedí.
La música estaba a buen volumen y el chico no bailaba mal, lo malo era yo pues la salsa no era mi fuerte.
Una vez que terminamos me senté y lo ví a él, el chico especial, el de mirada profunda y sonrisa cautivante.
Estaba bailando con su prima.
Yo me quedé perpleja mirándolo bailar pues lo hacía precioso y no estoy exagerando.
Cada paso que daba era magnífico y ese movimiento de hombros me hacía reír.
Sí, su saco, su camisa, su corbata, su prolijidad, su exagerada pulcritud y en aquel instante sus movimientos me producían una extraña alegría.
Yo no sabía bailar salsa por aquel entonces y lo confieso, pero después de aquello me propuse aprender así fuera lo último que hiciera en la vida y lo logré.
Tanto los pasos como el movimiento de hombros es lo que creo que aparte de hacerlo bien me fascina y sí, disfruto muchísimo cuando lo hago.
Quizás la pregunta que queda en el aire sea:
¿Y que rayos pinta Rick Astley en todo lo que has escrito?
Pues que tiene un cierto parecido al chico que estoy mencionando (menos bailando) cuando oigo una canción de él lo recuerdo, a pesar que ha pasado tanto tiempo.
Bueno en realidad lo he visto recientemente en una foto y claro que ha cambiado, los años no pasan en vano.
Lo único que sé es que los amores platónicos son así y se quedaran bien guardados en mi memoria para siempre.
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