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  • Foto del escritorpayslusa

Amigas opuestas

Actualizado: 14 mar 2021

Tenía una amiga de colegio, desde inicial para ser exacta, se llama Rocío.

Creo que desde la primera clase con la profesora Anita nos sentimos conectadas aún siendo muy opuestas en todo sentido.

Compartíamos nuestras loncheras y siempre estábamos juntas, ella no era de jugar ni de hacer amigos, pero igual seguía siendo mi amiga, en cambio yo era lo contrario.

No era bonita, ni llamaba la atención pero era muy inteligente y estudiosa y en algunos casos recurría a ella por ayuda.

Ibamos a la biblioteca y al cine.

Una vez la invité a la casa y no fué del agrado de mi tía y aunque mi mamá la pasaba porque era mi amiga me comentaba que no le gustaba mucho los aires que se daba.

No sé si sería por su inteligencia pero si, Rocío era bastante creída, se daba su lado y era reacia a la actitud de los jóvenes de nuestra edad.

Cuando probó la comida que hizo mi mamá puso cara de asco y obvio a mí me dió vergüenza lo que hizo y eso que mi mamá siempre fué elogiada por su estupendo arte culinario.

Incluso cuando la presenté a mis amigos de barrio los miró como si fueran bichos raros y yo al final tuve que dejar a mis amigos a un lado sólo en aquel instante para acompañarla al paradero para que retorne a su hogar.

Es raro que cuente esto pero así fué y mi amiga no cambió, siempre fué así.

Incluso una vez me llamó desde la Biblioteca muy cerca a la Av. Colmena porque un chico le gustaba mucho y quería llamar su atención ¿y yo que podía hacer?

Pero igual fuí a su encuentro y una vez con un libro de geografia en mis manos me acerqué a ella y le pregunté que quién era el individuo que la había fascinado y era uno alto y si, tenía su buena pinta, no podía negar que tenía buen gusto mi amiga.

Rocío me dijo que no quería que él se diera cuenta que a ella le gustaba pero cuando lo miré me sonrió el imbécil.

A mí sinceramente me dió cólera porque me imagino que creyó que me había impactado pero no.

Mi amiga temblaba y tenía la vista baja y yo quería ayudarla pero para que se diera cuenta que el chico en cuestión era un coqueto.

La única forma de probar eso era haciendo algo que no tenía pierde.

Yo tenía 17 años y me gustaba vestir como madonna, sí, mi chompita celeste era parecida a una red de pescar y dentro tenía un bividi blanco y no me veía mal.

Había una especie de mueble alto con muchas divisiones y procedí a buscar uno de los cartones atravesados, pues eran cientos y yo le daba la espalda a mi amiga, de pronto me doy cuenta que una silueta se pone a mi lado buscando en otro de los muebles, no necesariamente buscando sino mirándome y sonriéndome.

Volteé para ver a mi amiga si se había percatado de lo que estaba haciendo su aparente galán y ella hablaba con otra chica.

Lo siguiente que hice fué no buscar nada y devolver el libro anterior, luego le dije a mi amiga que me acompañara a comprar "algo" al Jr. de la Unión y fuí hasta la puerta de vidrio para que entienda que estaba apurada.

Ella se quería quedar pero al final devolvió el libro que leía.

El chico miraba del fondo sonriendo mirando a mi amiga, supuse que el chico se había dado cuenta de todo.

Yo lo miré como es habitual en mí cuando odio cierta actitud en las personas y no me importa si hay gente alrededor.

Una vez fuera regañé a mi amiga porque no podía creer que con tanta inteligencia cayera así de fácil ante esa especie de tipo.

Yo estaba realmente furiosa y mi amiga ya quería llorar, Por Dios, con razón detesto el llanto, igual yo seguía seria hasta que llegamos a una tienda a ver algunas piezas y de algún modo se le pasó a mí amiga lo sucedido, bueno al menos en ese momento.

Menos mal mi amiga no volvió a regresar a la biblioteca pero yo tenía otros planes como el ir a la feria del Pacífico.

Está es una de las anécdotas que más me gusta pues yo fuí vestida con jeans azules y una chompita de manga larga de dos colores mitad azul eléctrico y amarillo y mis botines.

Menos mal no soy muy baja, ni muy alta y me gustaba mi atuendo.

Mi amiga no quería subir al tagadá pero la convencí de que lo hiciéramos, una vez sentadas empezó a rodar aquella circunferencia de fierro con música y sonido propio del metal.

Y entonces empezó el golpeteo, al primer golpe me solté porque sentí el dolor y me quedé abajo sin intención de levantarme.

Sujeté las piernas o los pantalones de otras chicas y al final las solté porque sino las jalaría

conmigo y me encontré de pronto en el centro, luego se detuvo y yo me levanté limpiandome detrás, luego corrí a la pequeña puerta por dónde ingresamos y el chico detrás del mismo se me quedó mirando, le dije que quería salir y él no me respondió.

Sin más empezó a moverse nuevamente aquel aparato y yo me había quedado de boca abierta al voltear al ver un montón de gente observando lo que hacía.

No creo que tuviera vergüenza en realidad porque lo siguiente que hice fué echarme al centro con los brazos abiertos.

Que loca de hacer eso, me da risa recordar lo que hice con tanta gente observando, riendo y murmurando, me imagino.

Yo salí ilesa de todo el golpeteo y Rocío me dijo que que fué esa escena que yo había hecho.

-Mira, prefiero lo que hice a estar como bandera flameando golpeándome una y otra vez con ese fierro- le dije.





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