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  • Foto del escritorpayslusa

Milagro de Amor

Actualizado: 14 mar 2021

9:30 pm apresurada llegué al paradero de la Av. Aviación con las Artes en San Borja, para ese momento vestía una falda negra plisada y una blusa blanca de cuello redondo.

Un poco agotada pues el corre-corre del trabajo y una reunión importante lograron que ahora estuviese por aquí.

Mucha gente en el paradero y al igual que yo esperaban impacientes su próximo bus.

Mi madre, la típica mujer sobreprotectora me esperaba en la esquina de una reconocida panadería en Santiago de Surco.

No soy muy paciente que digamos o corrigo eso, no SOY PACIENTE, esa es la palabra, si, esa es mi más grande verdad.

Y así impaciente esperaba la línea 70 o al menos cualquiera que me llevase por Caminos de Inca.

La noche nunca me ha dado miedo pero aquella noche tendría un matiz algo distinto al habitual.

Habrían pasado unos 20 minutos de impaciencia cuando ví otra línea pero que al igual que la 70 me llevaría a mi destino.

Hice lo posible porque el conductor me viera y creo que así fué pero le importó un pepino y siguió raudo su camino, es más creo que incluso aceleró.

Me puse un poco nerviosa porque ya sabía las palabras que mi madre me diría pues ya las había memorizado.

Las 10:00 pm y nada de nada, pero ¿Donde se habían metido todos los buses que tenían que pasar por aquí? Pasaba cualquier otro menos los que me interesaban.

No existe en el planeta alguien mejor para calmarme, yo misma me doy palmaditas en la espalda y hasta me resondro cuando es necesario.

Me parecía tan extraño que no apareciera uno de los buses, que hubo un momento en el que no sabía que pensar ya, solo imaginé que cualquier cosa que me dijese mi madre me lo merecería aunque fuera injusto.

10:15 pm y la verdad yo ya pensaba en dormir en el grass de la Av. Aviación por si... Y así pensando e imaginando cosas absurdas vi a lo lejos la línea 70, miré una, dos, tres veces para ver si era cierto o es que ya estaba viendo cosas donde no las había.

Subí, pero resignada a los reclamos de mi madre, que importaba ya.

Me decía a mi misma que era el colmo que encima que el bus llegara tan tarde a recogerme también fuese tan lento ¡Por Dios! Mejor me hubiese ido a pie, estoy segura que habría llegado mucho antes que el propio bus.

Ya estaba en Caminos del Inca y a punto de bajar dí un vistazo a la Panadería en la esquina, pero ví un patrullero.

Pensé de todo pues mi mamá no estaba alli y bajé.

Crucé la pista y me acerqué donde la joven que vendía lotería ya que cuando mi madre me espera habitualmente conversa con ella.

-¿Que pasó? ¿Y mi mamá?

-Asaltaron la panadería, unos hombres entraron armados y empezaron a disparar...

-pero...¿Y mi mamá?

-Ella está bien, está aquí al lado.

Sentí que esa sensación de algo atorado en mi garganta desapareció y corrí al verla.

-¡Mamá!

Mi madre me abrazó y me pareció un poco triste o acongojada y así abrazándola nos fuimos a la casa.

En el camino mi madre me lo contó todo en detalle:

-Llegué a las 9:30 pm y la dueña estaba aquí, incluso me hizo pasar -me contaba tranquila y prosiguió:

-Luego de un rato porque pensé que llegarías apareció un hombre que bajó de un auto negro, pero no vimos que había bajado otro.

Uno se aproximó a la caja y mostrándole el arma al chico lo amenazó pidiéndole todo el dinero de la venta.

La Sra. se dió cuenta y todo fué tan rápido que solo por impulso y cuando ví que ella entró al edificio yo la seguí, no quería que me cayese un balazo a estas alturas de mi vida y entonces me acordé de ti, subimos las escaleras hasta el cuarto piso y estaba oscuro.

Ya no supimos nada de lo que ocurría abajo pero lo suponiamos pues al parecer alguien afuera llamó a la policía y se oían sirenas, en todo aquel enredo se oyó un disparo y me asusté más.

Allí arriba todo estaba a medio construir por lo que podía ver con facilidad el exterior y también el paradero donde tú bajarías.(Mi madre me miró como si fuese algo muy valioso y debo serlo)

Hizo un silencio, bajó la mirada y luego de unos segundos continuó:

-Le hice una oración a Dios repetidas veces-

-¿Que le pediste a Dios Mamá? (Creo que yo para ese instante ya sabía lo que le había pedido)

-¡Le pedí que tú no llegaras!-

(Es extraño que en este momento me sienta como aquel instante, como si estuviese allí con mi mamita, abrazándola, pensativa y a la vez feliz de saber cómo Dios responde a una oración y que ella supiera que Él no solo la oiría sino también respondería a su súplica)

Unos segundos después le dije:

-¡Dios te oyó mamá!-




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